No, si veras tú como....

miércoles, 25 de marzo de 2015

Me gusta, no me gusta



          Bienvenidas sean mis filias y mis fobias. Por eso declaro

               ME GUSTA ver que aún quedan patatas fritas por pinchar, los primeros acordes de ese temazo cuando salgo a correr, me gusta el olor a material escolar, el pimentón molido en los garbanzos, sentir que aún podría correr un poquito más, el primer trago de una coca cola helada, descubrir la  verdad en un segundo de interpretación de Ricardo Darín o Spencer Tracey, un plato de pasta que rebosa, el cuadradito de chocolate de después de correr, pasear solo sin rumbo en una ciudad desconocida, una noche de cine casero con comida. Me gusta Joaquín Sabina y el placer culpable que me provoca la Oreja de Van Gogh, me lleva fuera de mi el sonido en Perdidos que indica un giro argumental que hace que te plantees todo lo que creías saber hasta el momento.

               No me puedo resistir al plante que tiene Vanessa Martín aunque no conozca su música, pensar que voy a concursar en Un, Dos, Tres y podré decir “hemos venido a jugar, Mayra”, la indolencia que tiene James Bond al disparar, los planes que no se programan y salen redondos, los desconocidos que te dan los buenos días a primera hora de la mañana,  divagar hablando de política, de lo divino y de lo humano, y de lo que quiso decir aquella escena, me encantan los sábados por la tarde, la gente que huele bien y marca con su perfume su presencia,  me gusta como combina el verde con todo,  los churros de patata, esos segundos indescriptibles antes y durante el te deum de charpentier, los libros que quieren que me quede un capítulo más con ellos, Cracovia,  las patatas guisás de mi madre, cuando me salgo del guión, las meriendas perfectas, visitar museos y sitios con alguien, que me llamen para ir al teatro con poco tiempo, el café con sabor a canela

               Me gusta la música de cine, el chocolate apelmazado en el pastel, el sarcasmo como signo de inteligencia, los paseos por el centro, que tras una ducha comience el día de nuevo, sea la hora que sea. El periódico en el desayuno, Chandler Bing, la manera que tiene el sol de brillar en el sur, pensar que la vida puede ser un musical, dormir con el aire acondicionado encendido.

               Me encantan los abrigos y chaquetas, las camisetas negras, las ideas de Ikea, los dos pasitos que da Superman cuando aterriza, las buenas formas en el hablar y el tratar, que me pregunten cómo estoy porque quieren oírlo, que haya sobremesa cuando almuerzo con alguien, la atmósfera despejada de la primavera, Los Tres Mosqueteros, la Alianza Rebelde, reconociendo que la estética del Imperio mola.




               NO ME GUSTA la gente que grita al hablar, los niños pesados y sabiondos, no soporto a los que hablan sin escuchar, las opciones que te plantea el ferretero, las mesas camillas, la ropa de leopardo, la cara de culpable de la gente que sale de misa, el teatro que se monta en las bodas, el aspecto del té cuando se está acabando, que me digan “tú lo que tienes que hacer”. No me gusta la gente que lleva guitarras a una barbacoa, el sabor de la piña, que no me abran la bolsa en el supermercado, la chulería fingida de los raperos, los que fuerzan el acento andaluz para parecer auténticos, la gente que trata a sus mascotas como hijos. Me ponen nervioso las creencias mágicas, los mails que acaban en saco roto.

               No soporto a la gente que está cansada por defecto, los que se toman confianzas que nadie le ha dado, los artistas que no cuentan nada y se esconden tras las formas, las dependientas de El Corte Inglés,  el desorden del cajón de la verdura, los libros de autoayuda, la ropa de los profesores de instituto, los mercadillos, las lecturas obligadas del instituto, los pantalones chinos, los bares con serrín en el suelo, oír como llaman a la puerta con los nudillos, las parejas aburridas, los que nunca pueden hacer planes o los que responden por defecto “a mi me da igual, lo que tú quieras”. No puedo con la recalcitrante soberbia de la derecha, los adivinos en televisión, los apelativos cariñosos, los revisores de billetes en el transporte público, dormirme en una película, el bullicio de una playa de verano, ver la decoración de los salones de los 80 en una casa de hoy día. 


               No me gusta ver que la sábana bajera se salió. Los pañuelos decorando la pared de un piso de estudiantes, que haya pocas patatas de guarnición, la cola antes de coger un avión de Ryanair, el estruendo que provoca oír tu nombre en un hospital, las nucas gordas, la gente que comenta las películas en el cine, como si estuvieran en el salón de su casa. No me gusta la decoración de los taxis,  desayunar fruta, que un bar cierre mientras estoy dentro, los servicios de atención al cliente por teléfono, las estaciones de autobuses, los pubs que tienen dardos, la felicidad estúpida de los karaokes, las fotografías de gran tamaño enmarcadas y nada de lo que nos haga menos libres.

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