Esperaba que hubiera menos gente por la mañana en el metro. Es
cierto que podría ser peor y podríamos ir como sardinas en lata, pero no sabía
que tantos nos quedábamos a trabajar en agosto.
Tradicionalmente he asociado el verano a una época en la que
le mundo se paraba, especialmente esa parte del mundo que España ocupa. Cuando era
pequeño, no dormía siesta (igualito que hoy que fantaseo con que llegue ese
momento), así que dedicaba ese tiempo de ausencia de adultos para jugar por
toda la casa.
Podrían ser mi colección de playmobils tomando el salón recreando
alguna acción policiaca o bien esas pequeñas miniaturas de coches en veloz
carrera por el largo pasillo.
Mi amiga la televisión me ofrecía mundos fantásticos de
coches que hablaban y patrullas de paramilitares que si la cosa se ponía muy
fea intervenían para restablecer la justicia.
El panorama fue cambiando en los 90 con esas salidas a final de la tarde para paliar el calor padecido durante el día. Eran unas salidas lacias de adolescentes, donde no se hacía nada concreto y el tiempo tardaba mucho más en pasar. De esa época recuerdo con especial cariño los ratos que pasaba en un videoclub viendo caratulas de películas que algún día vería, ya que realmente lo que me llevaba hasta allí era el poderoso aire acondicionado que allí funcionaba.
Años después llegarían los veranos de biblioteca. Esas horas
pasadas en una sala de estudio, haciendo el último esfuerzo para que el año
académico mereciera la pena. Existía un momento dulce cuando llegabas a ellas y
podías ocupar el sitio que quisieras, disfrutando de una paz inigualable
rodeado de libros que te distraían de tu verdadero propósito.
Acabo este repaso con las caras cansadas del metro de hoy (
o del bus, de lo que toque). Los últimos veranos en los que sigues activo
cuando una buena parte de la población descansa. Veranos que ya no significan
dormir sin poner el despertador, sino que éste sigue sonando sin piedad, aunque
gracias al móvil hayamos podido cambiar su tono de aviso a algo más amable y
personal. En los que cruzas los dedos para que no necesites un dentista, el
arreglo de un electrodoméstico o a Batman.
Que suene “All that she wants” de Ace of Base, que nos
envilezcan las reposiciones de Verano Azul y que corra sin límite el Tang para
todos.
Que grandes recuerdos. Me encanta el ritmo y la claridad de la exposición. De verdad, que estaría de puta madre que publicaras mas a menudo porque es muy ameno y cercano.
ResponderEliminarPara mi los veranos también eran épocas de recuerdos y de juegos. Las largas siestas en las casas de mis abuelos, estar tirado por el suelo que era lo mas fresco de la casa mientras mis tias me contaban cuentos. Bueno, muchas cosas.
Un abrazo y nos vemos pronto.