No, si veras tú como....

martes, 23 de mayo de 2017

Acerca de Eurovisión 2017




Han pasado 9 días y no me resisto a dar mi opinión sobre lo acontecido en Eurovisión este año.  Antes, aviso a navegantes. No voy a hacer ninguna introducción ni alegato de defensa del eurofestival. Los que me conocéis sabéis lo que pienso de él. 

La edición de este año tenía lugar en Kiev, Ucrania. La falta de sintonía entre la dirección de la televisión ucraniana y el equipo de producción de Eurovisión 2017, hizo que finalmente el productor acabara siendo Christer Björkman, el sueco que ya había producido la edición anterior y la del 2013, cuando el festival se celebró en Suecia

El festival del año anterior, celebrado en Estocolmo dejó el listón muy alto y este año no hemos tenido ni la frescura ni la agilidad en la conducción de las galas, ni en los interval-acts. La realización fue buena, pero lejos de la brillantez de la pasada edición. Aún así ha sido un festival sumamente importante para la imagen de Eurovisión como evento y como fenómeno cultural, por lo que más tarde comentaré.

En lo que tiene que ver estrictamente con la competición, no he entendido que canciones como Finlandia y Estonia no pasarán a la final. Extenderme en esto no tendría mucho sentido puesto que todos los años sucede algo así. Aún así el caso de Finlandia me parece particularmente llamativo. Aparte de los gustos personales de cada cuál, los representantes fineses, Norma John tenían un tema que era un regalo titulado Blackbird. Una elegante nana gótica que era del agrado de  un amplio número de seguidores. Hay que tener en cuenta que el jurado tiene un 50% de peso en el resultado. Los jurados están formados por profesionales de la música y resulta raro que entre los 18 temas de la final, ellos no se colarán entre los 10 primeros que son los que se clasifican para la final. Acabaron en el puesto 12. Digo que resulta raro porque simplemente por el valor musical de la pieza (que quizá no sea lo que impere en un festival) merecería un puesto destacado para personas que hacen de la música su profesión. 

Si atendemos estrictamente a la competición en la final, yo sí me quedo sorprendido al no ver ganar a Italia teniendo en cuenta la trayectoria que llevaba como favorita, tanto para seguidores del festival como para las casas de apuestas. Quizá la interpretación la noche de la final no fue la mejor, pero llevaba un tema que rompía la barrera del pop intrascendente para poner el foco en la adopción acrítica de las filosofías orientales solo por moda, con “dilemas inútiles y respuestas fáciles”. Se desinfló y todo el mundo pareció recibir cansado  a Occidentali´s Karma en la final. Tanto Francesco Gabbani, como los jurados y los espectadores reflejaron con sus votos el desgaste de una canción que ha batido todos los records en cuanto a visualizaciones previas  en youtube. O tal vez, fue una canción que con el recorte que sufrió para adaptarse a los 3 reglamentarios minutos que exige Eurovisión, perdió fuerza para centrarse en un estribillo, que aunque potente, llegaba demasiado pronto para repetirse de nuevo, de forma precipitada. Al final fue sexta con 334 puntos.

No pretendo hacer un análisis detallado de todas las participaciones de semifinales y final, pero si quiero destacar a tres países


  • Bélgica. Pasa de las semifinales tras una interpretación justa, donde el nerviosismo de Blanche te sacaba de la actuación. No puedes disfrutar cuando percibes que la intérprete no lo está haciendo. El tema, City Lights,  era un regalo y se aupó al cuarto puesto en la final, entiendo que más por los méritos de la canción (que incluso los hermanos ganadores Sobral han versionado) que por la ejecución del directo, a pesar de que en la final estuvo mejor.

  • Holanda: El tema no me convencía de inicio para pasar a ganarme una vez visto en directo. Por dos razones. Me rindo a la ejecución vocal sublime de la polifonía que componían las tres hermanas. Sencillamente perfecta. La segunda razón apela a lo subjetivo. El tema Lights and Shadows está dedicado a la enfermedad de la madre y su coraje al sobrellevarla. La interpretación estuvo llena de una verdad que traspasaba la pantalla y que alguien que no hubiera pasado por esa experiencia vital, difícilmente podría haberlo hecho igual. Como me pasa con Bélgica, quiero conocer a su jefe de delegación, a la persona que está detrás eligiendo los temas y pilotando el proceso, porque su trabajo desde hace años está hecho de forma magistral.
  • Armenia. Ya el año pasado nos deleitó con un videoclip en directo y este año con una canción de otro corte volvía a plantear una potente y atractiva puesta en escena. Fly with me tarda más de un minuto en mostrarte la fuerza de su estribillo, pero hasta llegar a ese punto te seduce y atrapa por lo que oyes y ves en televisión. Lástima que su posición decimoctava en la final no refleje la sutileza y estilo que el tema por sí mismo, sí hace.


Pero finalmente venció Portugal. Lo hizo de forma incontestable, como ningún otro país había hecho anteriormente. Un tema que hace residir su fuerza en su sencillez y que convenció a jurado y público de forma unánime. Salvador Sobral siente cada palabra que canta de una forma especial. Podría hacerte llorar con solo escuchar sus voz. El tema, Amar pelos dois, está compuesto por su hermana Luisa Sobral y se viste de música sin más armas que la delicadeza.

La victoria de Portugal sirve para romper tópicos que cualquier eurofan está cansado de escuchar e incluso de rebatir. Nosotros ya sabíamos que esto podía pasar y ya el año pasado Ucrania con su victoria demostró varias cosas. Los prejuicios burgueses de los críticos al eurofestival no dejan ver ni entender por completo lo que este festival de canciones supone. Algo que une más que separa y eso, en estos tiempos, ya es mucho.

Voy a destacar tres de estos tópicos:

     1. Para ganar Eurovisión hay que tener vecinos porque la política es la que decide las votaciones….
Lo de los vecinos lo dicen en TVE donde no tienen idea (ni ganas) de lo que eurovisión es. Si la política fuera el factor decisivo (y metemos en política vecinismos) los resultados no cambiarían mucho de una edición a otra, como sí hacen. Portugal tiene como único vecino a España, y ha vencido, arrasando en puntuación. ¿Por qué? Porque su canción fue la mejor de la noche y porque Salvador Sobral lo hizo genial.
 
     2. Hay que montar espectáculo y puesta en escena porque si no, no se gana
A este argumento se suele acudir cuando falla el primero. Si solamente miramos desde 2010, los ganadores de las ediciones de 2010, 2014, 2016 y 2017 no tienen coreografías o elementos que distraiga de la interpretación del cantante, aparte de las pantallas de LED de fondo que todos los intérpretes tienen. Portugal basa su puesta en escena en su intérprete y ganó, así que argumento no válido. Por cierto tampoco montó el “espectáculo” el segundo clasificado, Bulgaria.

      3. Hay que cantar en inglés para que todo el mundo nos entienda
Hace bastantes ediciones que se canta en inglés principalmente, cierto. Tiene cierta lógica si analizamos que el objetivo es hacerse entender y el esperanto de hoy es el inglés. Tampoco podemos negar eso ni que consumimos mucha música en inglés. La última vez que una canción ganó en otro idioma fue en 2007, Serbia. Pero si una canción transmite como lo hace la ganadora de este año, no es necesario cantar en inglés,  dejándonos ver de nuevo, que lo más importante es el tema y su intérprete.


Teniendo en cuenta lo anterior, podemos concluir que la victoria de Portugal ha sido útil. Aunque una creencia popular sea difícil de rebatir, ya disponemos de varios ejemplos para responder a estos tópicos que no se sustentan por sí mismos y que en el caso del argumento de los vecinismos sirven a ineptos como los de TVE, para excusarse por los malos resultados escondiendo el problema real que es su falta de profesionalidad. No le hagamos el juego.

Respecto a España. Sin valorar el turbio proceso de selección, fuimos últimos porque no había más leña que cortar. Una canción (por llamarla de alguna manera) mediocre cantada por un cantante sin tablas y que no canta especialmente bien. Absurdo analizar más detalles de su directo. Y sin mucho sentido poner el foco más en él. Es TVE la única responsable. No conocen el producto eurovisivo ni su potencial, se mueven por tópicos rancios, aparcados hace varias décadas. No tienen más interés que cumplir el trámite. Aún están con lo de la canción festivalera y alegre. Bienvenidos a 1986!!! Cuando ha tocado modernizar algo de lo que al festival atañe,  lo han hecho con la web de RTVE en su apartado dedicado a Eurovisión. Con luces y sombras. Luces con la preselección vía web. Sombras con sus comentarios frívolos y fuera de lugar  en las retransmisiones disfrazándolos de retransmisiones canallas.

Y acabo con un tema que tiene que ver con la actitud.

Me gusta que haya ganado Portugal, a pesar de que no era de mis favoritas. Creo que tiene también mucho de simbólico que ellos se alzaran con el triunfo. Pero esa no es la actitud, querido Sobral.

Me parece bien que denomines a las canciones de Eurovisión, en declaraciones previas al certamen en El País, como hamburguesas y tú un tartar en medio de ellas. Pero no entiendo qué fuerza te obliga a ir. ¿Demostrar lo exquisito de tu producto? ¿Dar una lección? Quizá no sea el sitio más adecuado para ello, quizá no estemos preparados para disfrutar la excelencia de tu arte.

Me parece de mala educación que te quejes en varias ocasiones de que todo te aburre en Eurovisión. Insisto, ¿para qué vas? ¿qué te obliga? Si hay algo que te fuerza a ir, dilo y hasta yo te apoyaré. Pero una vez que vas, no entiendo las ganas de que todo el mundo se entere de lo molesto que estás allí. Nadie te ha llamado y espero que tu hermana y tú os hayáis presentado a la preselección voluntariamente.

No entiendo llegar a la rueda de prensa una vez que has ganado, y negarte a levantarte con el trofeo para poder dejar a los periodistas gráficos hacer su trabajo con la excusa de que tú estás mejor sentado. No entiendo qué digas que ves absurdo que te escolten guardaespaldas. No sé como esperabas salir de un pabellón en el que todo el mundo se te iba a echarte encima para felicitarte. Tampoco llegó a entender las razones que te llevan a dejar bien claro que no entiendes qué sucedía durante las votaciones y que para seguirlas hay que ser matemático. Si participas en un certamen competitivo y ni te informas mínimamente de cómo funciona, no puedo dejar de verlo más que como una falta de respeto.
 
Pero tu momento de gloria llega cuando has ganado y vuelves al escenario a recoger el trofeo. Allí los presentadores te preguntan si quieres decirle algo a la gente que te ha votado. Traduciendo dices que “vivimos en un mundo de música desechable, de fast food music, sin ningún tipo de contenido y que esto puede suponer una victoria para la música con gente que hace música que realmente quiere decir algo. La música no son fuegos artificiales, la música es sentimiento así que intentemos cambiar esto y traigamos la música de vuelta, que es lo que realmente importa”

Lo que en ese momento dices, puede parecer un alegato a la música. Yo no tengo nada que decir a tus palabras e incluso estoy de acuerdo. Pero toda declaración tiene su contexto. Más teniendo en cuenta que no podemos negar que Eurovisión es espectáculo, y hay fuegos artificiales y canciones totalmente pop que no pretenden trascender quizá, pero que en sus intenciones son honestas. El Festival es una fiesta y en las fiestas hay ciertas relajaciones y licencias.

No te has privado de decir que no te gusta Eurovisión, pero lo que no entiendo es para qué presentas tu candidatura a algo que simplemente ignoras y cuyas características no compartes, lo cual es perfectamente lícito. Pero estás ahí, has ganado y tu victoria habla por si sola. Ya había suficientes declaraciones tuyas donde quedaba claro que no eras, por decirlo de algún modo, un producto típico del Festival. Y ahí reside tu encanto. Una de las fortalezas de Eurovisión es su diversidad, como rezaba el lema de este año Celebrate Diversity. Un año puede ganar una canción instrumental, otro año una canción con estrofas en tártaro, unos orcos, y por supuesto, artistas como tú.

Cuando subiste,  ya como ganador, quizá era el momento de expresar agradecimiento a los que te habían mostrado su cariño y admiración, no el momento de dar lecciones, a ese público que según tú, consumía hamburguesas, pero que vaya usted a saber porque, ha valorado tu canción como la justa ganadora. Y de paso ser agradecido con el resto de los países que han hablado maravillas de ti y de tu tema y que te consideraban  ganador, arrancando lágrimas incluso entre ellos, durante tu directo.  Una canción que por cierto,  es preciosa pero que no ha llevado a la música a sitios donde no haya estado ya antes, incluso en Eurovisión. Cito de memoria: Irlanda 1994, Noruega 1995, Irlanda 1996, Montenegro 2015, Serbia 2004, Ucrania 2016, Holanda 2014, etc…

Esto no quita un ápice de mérito a tu victoria, pero también hay que saber elegir los momentos cuando toca ser humilde y dar las gracias  y cuando toca expresar que es para ti la música.

Nos vemos en Portugal!!!

lunes, 24 de octubre de 2016

Abstención táctica



Nunca he simpatizado con el PSOE. Nunca lo he considerado de izquierdas. Resulta perjudicial para la salud democrática de un país, que un partido se convierta en una enorme maquinaria electoral, cuyo objetivo es recaudar votos para conseguir el estatus de sus miembros.

La situación institucional a día de hoy, es fruto de la incapacidad de los actores políticos para establecer un diálogo sin condiciones. Se rehúye del debate. Se busca poder imponer los postulados propios. De acuerdo, es a través de las urnas. En otro tiempo oscuro en la historia de nuestro estado, se consiguió a través de una dictadura. No es comparable, pero si es molde de lo que sucede a día de hoy.

Hoy el PSOE decide que se abstendrá en segunda votación para la investidura de Rajoy. Han decidido que el partido está por delante de los intereses del país diciéndole a la opinión pública lo contrario. Unas terceras elecciones hundirían al partido de Ferraz. Necesitan tiempo. Haciendo esto avalan la gestión del partido nacido del franquismo sociológico. La fractura social va a continuar. Se va a convertir en la dinámica de España 

Durante meses, los partidos han demostrado que no saben sentarse a negociar buscando los pactos necesarios para formar un gobierno estable. El Partido Popular no sabe negociar. No entiende lo que es. Les suena formalmente, pero desconocen lo que supone. La democracia es un sistema que en su esencia respeta a las minorías. Ellos  mientras tanto, están en el debate de que gobierne la lista más votada, lo que blindaría a los partidos mayoritarios. O sea consagrar el bipartidismo. 

Los resultados de los últimos comicios no le dieron la mayoría. No importa las veces que lo repitan a través de sus serviles medios de comunicación. La mayoría en un sistema parlamentario, es la mitad más uno. Eso es así para evitar los rodillos y favorecer la cultura del pacto, del acercamiento de posturas, el diálogo y la confrontación de ideas. Ellos han sido el partido más votado de los que se presentaron a las elecciones, el 26J. No el mayoritario. No tienen ningún derecho adquirido para gobernar. Solo lo obtendrían con un respaldo mayoritario de la cámara, lo que con los números de escaños obtenidos, supone la cooperación necesaria con otras fuerzas políticas.

El PSOE ha decidido ayudarles. Se ha impuesto en votación en el comité federal la opción de abstenerse. No valía solo decir que no, sin plantear alternativa. No era posible puesto que el socio más cercano, Unidos Podemos, les parece rival electoral a batir. El sector más tradicional del PSOE, áquel que no tiene otro oficio que el de ser político, ha decidido que eso era intolerable. Ha sentido que usurpaban sus derechos y privilegios y puso todo su empeño en destituir a Pedro Sánchez con una guerra sucia. 

Les ha parecido mejor opción, apoyar a un partido de derechas que gobierna para que un determinado sistema de privilegios que fagocita a la clase trabajadora, continúe en el poder. Los socialistas serán cómplices de un partido que en su esencia está la corrupción, el clientelismo, los sobresueldos y en definitiva partícipes de la visión del PP de que el poder es suyo. Que nadie lo entiende mejor que ellos y no hay nadie mejor para ejercerlo. Resumiendo,  que les pertenece

El PSOE ha sido cobarde. Se olvidan de que un partido no es más que una herramienta, en un sistema democrático como este, para defender ideas. Quieren su trozo de pastel en este sistema que hasta ahora les ha beneficiado con un bipartidismo oficioso. Ha preferido atrincherarse para poder rearmarse y volver a él. Si piensa realmente esto, es que no ha sabido interpretar los nuevos tiempos. Si no los sabe interpretar, tampoco está listo para gobernar.

El PSOE no ha salvado España. La ha condenado a un período de inestabilidad que nos llevará pronto a otras elecciones. A partir de ahora hay que sentarse a hablar para sacar adelante reformas legislativas y los presupuestos. Nadie habla de este segundo paso. ¿Cómo podrían aprobarse? Quizá el PSOE piense en dar apoyo incondicional a dichas medidas. O tal vez, perdió hace mucho el pulso de la calle porque estaba más preocupado ocupándose de sus intereses de partido.

lunes, 8 de agosto de 2016

Sermones laicos

La radio me ha hecho compañía desde siempre. Suena a viejuno, pero es totalmente cierto. Ha estado conmigo cada vez que he residido fuera de España y me ha hecho sentir como en casa. Eso no significa que todo lo que sale por las ondas sea merecedor de loas y parabienes. Me explico.

Con el período veraniego, los programas radiofónicos cambian de voces y los nuevos conductores proponen nuevas secciones. Uno de ellos ha tenido a bien invitar a un psicólogo para que hable de cómo sentirnos mejor (así a granel, sin matices). A priori me sonó a buena idea y le puse toda mi atención. Pasaron pocos minutos para que me sintiera decepcionado.

El señor con tono de párroco enrollado, proponía que fuéramos felices. Grande el aplauso!! ¿Cómo no se nos había ocurrido antes? Ustedes con sus vidas mediocres y resulta que había algo que podían hacer para sentirse mejor y no lo estaban poniendo en práctica! Hay qué ver como son eh? Qué les gusta un sufrir para sentirse el centro de atención. El señor continuaba proponiendo  que nos lo tomáramos todo de forma positiva. El argumento, brillante disquisición intelectual sin duda, posee una profundidad teórica incuestionable. Ahonda en matices y en sí mismo propone unos dilemas que confrontan los esquemas mentales, sociales e incluso morales de todo aquel que lo lea. “Piense en positivo”. Señor psicólogo radiofónico, usted es gilipollas.

En su discurso y ante las preguntas del periodista seguía insistiendo en que TODO nos lo podemos tomar de forma positiva sea lo que sea. Sinceramente he visto dedicatorias en las solapas de las carpetas del cole con más calado.

Un par de semanas después el sermón del señor giró en torno al mundo laboral. La genialidad del artista de la charlatanería proponía que si un día no nos encontrábamos bien en el trabajo, sencillamente nos fuéramos a hacer algo que realmente nos apeteciera, porque no iba a ocurrir nada. Sin duda tal aseveración proviene de una persona curtida en el mundo laboral conocedora de sus características y que necesita pagar todas las facturas a final de mes. Caballero usted debe de ser tonto honorífico.

La cuestión, es no hacer nada, sino repetirse un mantra, una frasecita mental que hará que todo cambie (“piense en positivo”) o bien en llevar a cabo una acción excéntrica desapegada de las prácticas sociales y que además nos acarrearía consecuencias jurídicas (váyase de su trabajo si no está bien un día, no importa que sea neurocirujano y tenga al paciente con el cerebro abierto en canal, el que importa es usted”)
 La verdad es que hay auténticos genios.

Hoy no voy a hacer la crítica a estos métodos que proponen recetas mágicas y que para mi gusto no hacen nada más que decir obviedades aplicables a cualquiera y carentes de finalidad terapéutica alguna (ese ansiado artículo llegará algún día, lo prometo). Expongo este caso como muestra de algo que no se sostiene por si mismo. Hablo de uno de tantos charlatanes que han montado su negocio en base a las necesidades de la gente, en torno a una idea que por cierto funciona como un monolito. Una idea que es difícilmente rebatible ya que supone una verdad. “Sea feliz” Punto.

Las cosas en la vida, se consiguen trabajando, modificando puntos de vistas e introduciendo nuevas formas de actuar. Si no, estaremos rezando, repitiendo un salmo “sea feliz, piense en positivo” para que alguna deidad laica lo recoja y haga el trabajo por nosotros.

Ya lo he dicho

Sean felices ;)


viernes, 5 de agosto de 2016

Veranos sin veranear

Esperaba que hubiera menos gente por la mañana en el metro. Es cierto que podría ser peor y podríamos ir como sardinas en lata, pero no sabía que tantos nos quedábamos  a trabajar en agosto.

Tradicionalmente he asociado el verano a una época en la que le mundo se paraba, especialmente esa parte del mundo que España ocupa. Cuando era pequeño, no dormía siesta (igualito que hoy que fantaseo con que llegue ese momento), así que dedicaba ese tiempo de ausencia de adultos para jugar por toda la casa. 

Podrían ser mi colección de playmobils tomando el salón recreando alguna acción policiaca o bien esas pequeñas miniaturas de coches en veloz carrera por el largo pasillo.


Mi amiga la televisión me ofrecía mundos fantásticos de coches que hablaban y patrullas de paramilitares que si la cosa se ponía muy fea intervenían para restablecer la justicia.


El panorama fue cambiando en los 90 con esas salidas a final de la tarde para paliar el calor padecido durante el día. Eran unas salidas lacias de adolescentes, donde no se hacía nada concreto y el tiempo tardaba mucho más en pasar. De esa época recuerdo con especial cariño los ratos que pasaba en un videoclub viendo caratulas de películas que algún día vería, ya que realmente lo que me llevaba hasta allí era el poderoso aire acondicionado que allí funcionaba.

Años después llegarían los veranos de biblioteca. Esas horas pasadas en una sala de estudio, haciendo el último esfuerzo para que el año académico mereciera la pena. Existía un momento dulce cuando llegabas a ellas y podías ocupar el sitio que quisieras, disfrutando de una paz inigualable rodeado de libros que te distraían de tu verdadero propósito.

Acabo este repaso con las caras cansadas del metro de hoy ( o del bus, de lo que toque). Los últimos veranos en los que sigues activo cuando una buena parte de la población descansa. Veranos que ya no significan dormir sin poner el despertador, sino que éste sigue sonando sin piedad, aunque gracias al móvil hayamos podido cambiar su tono de aviso a algo más amable y personal. En los que cruzas los dedos para que no necesites un dentista, el arreglo de un electrodoméstico o a Batman.


Que suene “All that she wants” de Ace of Base, que nos envilezcan las reposiciones de Verano Azul y que corra sin límite el Tang para todos.









miércoles, 25 de marzo de 2015

Me gusta, no me gusta



          Bienvenidas sean mis filias y mis fobias. Por eso declaro

               ME GUSTA ver que aún quedan patatas fritas por pinchar, los primeros acordes de ese temazo cuando salgo a correr, me gusta el olor a material escolar, el pimentón molido en los garbanzos, sentir que aún podría correr un poquito más, el primer trago de una coca cola helada, descubrir la  verdad en un segundo de interpretación de Ricardo Darín o Spencer Tracey, un plato de pasta que rebosa, el cuadradito de chocolate de después de correr, pasear solo sin rumbo en una ciudad desconocida, una noche de cine casero con comida. Me gusta Joaquín Sabina y el placer culpable que me provoca la Oreja de Van Gogh, me lleva fuera de mi el sonido en Perdidos que indica un giro argumental que hace que te plantees todo lo que creías saber hasta el momento.

               No me puedo resistir al plante que tiene Vanessa Martín aunque no conozca su música, pensar que voy a concursar en Un, Dos, Tres y podré decir “hemos venido a jugar, Mayra”, la indolencia que tiene James Bond al disparar, los planes que no se programan y salen redondos, los desconocidos que te dan los buenos días a primera hora de la mañana,  divagar hablando de política, de lo divino y de lo humano, y de lo que quiso decir aquella escena, me encantan los sábados por la tarde, la gente que huele bien y marca con su perfume su presencia,  me gusta como combina el verde con todo,  los churros de patata, esos segundos indescriptibles antes y durante el te deum de charpentier, los libros que quieren que me quede un capítulo más con ellos, Cracovia,  las patatas guisás de mi madre, cuando me salgo del guión, las meriendas perfectas, visitar museos y sitios con alguien, que me llamen para ir al teatro con poco tiempo, el café con sabor a canela

               Me gusta la música de cine, el chocolate apelmazado en el pastel, el sarcasmo como signo de inteligencia, los paseos por el centro, que tras una ducha comience el día de nuevo, sea la hora que sea. El periódico en el desayuno, Chandler Bing, la manera que tiene el sol de brillar en el sur, pensar que la vida puede ser un musical, dormir con el aire acondicionado encendido.

               Me encantan los abrigos y chaquetas, las camisetas negras, las ideas de Ikea, los dos pasitos que da Superman cuando aterriza, las buenas formas en el hablar y el tratar, que me pregunten cómo estoy porque quieren oírlo, que haya sobremesa cuando almuerzo con alguien, la atmósfera despejada de la primavera, Los Tres Mosqueteros, la Alianza Rebelde, reconociendo que la estética del Imperio mola.




               NO ME GUSTA la gente que grita al hablar, los niños pesados y sabiondos, no soporto a los que hablan sin escuchar, las opciones que te plantea el ferretero, las mesas camillas, la ropa de leopardo, la cara de culpable de la gente que sale de misa, el teatro que se monta en las bodas, el aspecto del té cuando se está acabando, que me digan “tú lo que tienes que hacer”. No me gusta la gente que lleva guitarras a una barbacoa, el sabor de la piña, que no me abran la bolsa en el supermercado, la chulería fingida de los raperos, los que fuerzan el acento andaluz para parecer auténticos, la gente que trata a sus mascotas como hijos. Me ponen nervioso las creencias mágicas, los mails que acaban en saco roto.

               No soporto a la gente que está cansada por defecto, los que se toman confianzas que nadie le ha dado, los artistas que no cuentan nada y se esconden tras las formas, las dependientas de El Corte Inglés,  el desorden del cajón de la verdura, los libros de autoayuda, la ropa de los profesores de instituto, los mercadillos, las lecturas obligadas del instituto, los pantalones chinos, los bares con serrín en el suelo, oír como llaman a la puerta con los nudillos, las parejas aburridas, los que nunca pueden hacer planes o los que responden por defecto “a mi me da igual, lo que tú quieras”. No puedo con la recalcitrante soberbia de la derecha, los adivinos en televisión, los apelativos cariñosos, los revisores de billetes en el transporte público, dormirme en una película, el bullicio de una playa de verano, ver la decoración de los salones de los 80 en una casa de hoy día. 


               No me gusta ver que la sábana bajera se salió. Los pañuelos decorando la pared de un piso de estudiantes, que haya pocas patatas de guarnición, la cola antes de coger un avión de Ryanair, el estruendo que provoca oír tu nombre en un hospital, las nucas gordas, la gente que comenta las películas en el cine, como si estuvieran en el salón de su casa. No me gusta la decoración de los taxis,  desayunar fruta, que un bar cierre mientras estoy dentro, los servicios de atención al cliente por teléfono, las estaciones de autobuses, los pubs que tienen dardos, la felicidad estúpida de los karaokes, las fotografías de gran tamaño enmarcadas y nada de lo que nos haga menos libres.